Mi enfoque

El proceso de aprendizaje con el que uno desarrolla habilidades y adquiere conocimiento es fundamentalmente práctico, y aunque la academia puede proveer algunas herramientas útiles lo cierto es que la práctica es el factor decisivo. Por esta razón entiendo que, al margen de algunas orientaciones generales que uno pueda recibir de cara a desarrollar investigaciones con cierto rigor intelectual y metodológico, el conocimiento no es, y no puede ser, una cuestión exclusivamente teórica de la que deban encargarse especialistas. Por el contrario, el conocimiento es algo que le corresponde a cada uno adquirir por iniciativa propia, y que se construye de un modo dialéctico: el individuo en su relación con el mundo en el que se desenvuelve, contrastando sus suposiciones con la experiencia para, así, hacer las debidas correcciones; pero también a través del intercambio, del diálogo y del debate entre iguales, por medio de los que hechos y argumentos contradictorios son contrapuestos y contrastados para, de esta forma, perfeccionar nuestros conocimientos en un proceso que nunca tiene fin.

Lo que sabemos del mundo, o lo que creemos conocer del mismo, es semejante a una gota en el océano. Esto constituye un poderoso estímulo para aumentar ese conocimiento que nunca alcanza a ser completo, por lo que siempre existe una oportunidad de mejora. Por esta razón me parece interesante disponer de una ventana abierta al exterior para el intercambio fructífero, pues es necesaria una actitud abierta hacia un mundo que, a pesar de todo, sigue siendo en gran parte desconocido.