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GEOPOLÍTICA DE LA GUERRA FRÍA

 

En este artículo analizaremos a vista de pájaro los principales rasgos de la geopolítica de la guerra fría. Por esta razón nos centraremos en las tendencias principales que marcaron el desarrollo de los acontecimientos durante esta etapa, y dejaremos de lado las fases específicas de este periodo marcadas por las coyunturas propias del desenvolvimiento táctico de la estrategia de las superpotencias del momento.

 

El nuevo escenario político mundial después de 1945

 

La historia de la humanidad ha sido conceptualizada en numerosas ocasiones en términos geopolíticos. Este fue el caso de Mackinder quien no dudó en hacer una distinción de tres etapas claramente diferenciadas: la era precolombina, la era colombina y, finalmente, la era postcolombina. Otros autores, influidos también por Mackinder, describieron la historia en los términos de una lucha entre la tierra y el mar, y más concretamente entre las potencias marítimas y continentales. El propio artículo seminal de Mackinder sobre el pivote geográfico de la historia es muy ilustrativo acerca de este imaginario geopolítico.[1]

Así pues, la guerra fría tampoco escapó a esta conceptualización que la presentó como la culminación de una secular lucha entre los poderes marítimos y continentales, encarnados respectivamente por EEUU y la URSS.[2] Sin embargo, este tipo de narrativa, que ha logrado fascinar a muchos autores y estudiosos de la geopolítica, no deja de ser un relato cargado de bastante lirismo que, más allá de las coincidencias que puedan encontrarse en la historia, carece de una base consistente.

En cualquier caso no puede ser pasado por alto que tras la Segunda Guerra Mundial el escenario de la política internacional era completamente diferente. La primacía que hasta entonces habían ostentado potencias como Francia y Gran Bretaña cedió paso a un sistema bipolar en el que dos superpotencias mundiales, de dimensiones continentales, rigieron desde entonces el curso de la historia.

Europa, que previamente había desarrollado un papel de liderazgo en el mundo como núcleo de la civilización occidental, pasó a estar dividida en dos mitades en el marco de las esferas de influencia de EEUU y de la URSS. Las potencias decimonónicas habían ganado la guerra, pero la victoria de 1945 fue una derrota política al significar su definitiva decadencia en las cuestiones mundiales. Como consecuencia de esto en las décadas siguientes se produjo la descolonización de África y diferentes zonas de Asia.

Cuando en la esfera internacional un Estado abandona ciertas posiciones que había ocupado hasta entonces, su lugar rápidamente lo pasa a ocupar otro Estado. Los vacíos de poder dan pie a este tipo de procesos, y esto es lo que ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial en la medida en que las viejas potencias europeas fueron incapaces de mantener sus ya carcomidos imperios coloniales. Como resultado de la descolonización se produjo una redistribución de las esferas de influencia de las principales potencias, y sobre todo una reorganización del espacio geográfico internacional donde EEUU y la URSS se repartieron el mundo.

 

La guerra fría desde una perspectiva geopolítica

 

Hay que señalar que, antes de que terminase la contienda mundial, EEUU hizo preparativos para la situación de postguerra, en clara previsión de que se produciría la ruptura de la alianza que hasta entonces le había mantenido unido a la URSS en su lucha contra la Alemania nazi. Prueba de esto es, por un lado, el lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en un momento en el que ya había negociaciones con los japoneses para acordar su rendición. Todo ello respondía al claro interés de dar a conocer la posesión de la bomba atómica, su poder destructivo e indirectamente intimidar a la URSS.

Unido a lo anterior hay que sumar que, una vez finalizada la guerra, no fueron licenciadas la totalidad de las tropas alistadas, unos 14 millones de efectivos, tal y como había ocurrido en otras guerras anteriores, sino que por el contrario se retuvo a un importante contingente que pasó a ser un ejército permanente que posteriormente, a comienzos de la década de 1950, fue utilizado en la guerra de Corea. Además de esto se creó un ambiente belicista en las altas esferas del poder estadounidense, especialmente en los círculos militares y diplomáticos, al prefabricar la existencia de una supuesta amenaza soviética.[3]

El reparte de Europa en dos esferas de influencia claramente diferenciadas, y el desarrollo de múltiples alianzas entre los países que orbitaron en torno a alguna de estas dos superpotencias cristalizó en la formación de la OTAN y del pacto de Varsovia. Una nueva lucha geopolítica por la supremacía mundial estaba en marcha.

Así pues, la potencia dominante en 1945 era sin lugar a dudas EEUU, no sólo por su poderío militar sino también por acaparar la mayor parte del PIB mundial. Esta situación fue aprovechada para defender los intereses creados durante la contienda a una escala mundial, lo que sirvió para que la influencia estadounidense se hiciese notar en cada rincón del planeta. En este momento decisivo de la historia de EEUU la política exterior de este país fue formulada, diseñada y ejecutada siguiendo el modelo geopolítico pergeñado por Nicholas Spykman.

En este punto es en el que se percibe con notable claridad la influencia del pensamiento geopolítico de ciertos autores sobre la política estadounidense en los asuntos mundiales. En lo que a esto se refiere Spykman es, sin duda alguna, una figura fundamental que ha marcado de manera determinante la proyección exterior de EEUU.

La labor intelectual de Spykman, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, es esencial para entender la política exterior de EEUU a partir de 1945. Así pues, este autor tomó muchas de las ideas de Mackinder y las adaptó a los intereses y necesidades de su país de adopción. La estrategia de EEUU tras la guerra responde con particular precisión a lo apuntado por Spykman en su obra.

Spykman identificó al menos tres centros de poder diferentes en el mundo. Por un lado las regiones costeras de EEUU en el Atlántico, por otro el litoral europeo y finalmente la costa del Extremo Oriente de Eurasia. Un posible cuarto centro de poder en el futuro era la India, aunque en el momento en el que Spykman formuló su enfoque geopolítico su importancia era insignificante.

Para EEUU la región más importante de estas tres áreas, según Spykman, es el litoral europeo en la medida en que América se originó como el resultado de la proyección transatlántica de la civilización europea, a lo que unió el hecho de que las regiones más importantes de EEUU estaban orientadas desde sus comienzos hacia el Atlántico. Esto es, lo que a juicio de este autor, justificaba que EEUU se hubiese aliado con Gran Bretaña para derrotar a Alemania y Japón.

Pero lo verdaderamente interesante de la obra de Spykman es que lo que él llamaba el Viejo Mundo, es decir, Eurasia, África y Oceanía, se caracteriza por su división y la ausencia de una potencia hegemónica que lo domine. Precisamente esto es lo que le condujo a llamar la atención acerca de la posibilidad de que una potencia se hiciese con el control del hemisferio oriental, y consecuentemente controlase sus recursos naturales y humanos, lo que supondría una grave amenaza para EEUU. Por esta razón Spykman abogó por la participación activa de EEUU en los asuntos mundiales basada en una política de poder dirigida a mantener dividido el Viejo Mundo. La idea era, en definitiva, mantener el equilibrio de poder en el Viejo Mundo a través de alianzas con Estados más débiles contra potenciales Estados hegemónicos.

Mackinder, en su famosa obra Democratic Ideals, había afirmado lo siguiente: “Who rules East Europe commands the Heartland: Who rules the Heartland commands the World-Island: Who rules the World-Island commands the World”.[4] Sin embargo, según Spykman la dominación del mundo no depende del heartland, sino que por el contrario es suficiente con dominar el “rimland”, aquella región geográfica que abarca los bordes del continente euroasiático.[5]

Sobre las premisas geopolíticas establecidas por Spykman fue construida la llamada política de contención de EEUU dirigida, como su nombre indica, a contener a la principal potencia continental euroasiática, esto es, la URSS, y evitar de esta forma el dominio de la gran isla mundial. Esto es lo que hizo que EEUU desarrollase toda una serie de políticas de alianzas con diferentes países en Europa, Oriente Medio y Asia para, así, garantizar su seguridad al impedir que una potencia euroasiática, como la Unión Soviética, lograse hacerse con el control de la isla mundial.

La URSS, por su parte, llevó una política dirigida a romper ese cerco que le impuso EEUU al buscar su propia área de influencia en el mundo árabe, al mismo tiempo que Europa central y oriental constituyeron regiones estratégicas para su seguridad y en las que estableció regímenes afectos. Por otra parte, a medida que se desarrolló el proceso de descolonización, la URSS no dudó en extender su influencia a África con el apoyo de diferentes gobiernos próximos a Moscú. Asimismo, no hay que olvidar la presencia soviética en Asia central, además del papel que jugó en diferentes escenarios en el sudeste asiático, como es el caso de Vietnam, o el del Extremo Oriente en la península de Corea.

En líneas generales la guerra fría fue una lucha entre las dos principales superpotencias del momento por hacerse con la hegemonía mundial, lo que se reflejó en las constantes reorganizaciones de sus respectivas zonas de influencia, y por extensión del conjunto espacio geopolítico internacional. EEUU y la URSS convirtieron a los restantes países en un gran tablero mundial en el que dirimieron sus diferencias en una lucha sin cuartel que, finalmente, concluyó a comienzos de la década de 1990 con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética.

 

El fin de la guerra fría

 

Ciertamente la guerra fría atravesó diferentes etapas en las que las tensiones entre las superpotencias variaron en cuanto a intensidad y peligrosidad. No fueron anecdóticas las ocasiones en las que el mundo estuvo al borde del estallido de una guerra nuclear, como así se vio durante la guerra de Corea o en la crisis de los misiles de Cuba. Y tampoco fueron menores las tensiones que se derivaron de la incorporación de China a la partida de ajedrez que jugaban EEUU y la URSS.

Sin embargo, el fin de la guerra fría significó también el fin de la Unión Soviética y la desactivación, al menos temporal, de la amenaza que esta potencia euroasiática supuso para la seguridad nacional de EEUU. Sin duda alguna se trata de uno de los mayores acontecimientos del s. XX, lo que en términos geopolíticos implicó que en el mundo únicamente quedase una potencia hegemónica, y tras ella otras potencias de rango menor localizadas en regiones geográficas muy concretas.

¿El fin de la guerra fría significó, asimismo, el fin de la geopolítica estadounidense y de su estrategia de contención?. No. Y la razón es simple, pues tanto la estrategia de contención como la política internacional de EEUU estuvieron formuladas en función de los condicionantes geopolíticos de este país, y por ello mismo obedecen a factores permanentes derivados de su posición en el mundo. Esto significa que la guerra fría, a diferencia de lo que habitualmente suelen contar las narrativas dominantes, no fue tanto una lucha entre el capitalismo y socialismo, sino por el contrario una lucha geopolítica entre diferentes unidades de poder que rivalizaban por dominar el mundo.

El periodo que abarca la desintegración de la Unión Soviética y los atentados del 11S EEUU no tuvo ningún rival. Pero a comienzos de este siglo XXI esta potencia ha relanzado su estrategia de contención contra una Rusia renovada y una China cada vez más amenazante. La guerra fría del s. XX terminó, pero eso no quiere decir que en el s. XXI pueda haber nuevas guerras frías entre EEUU y aquellos países que osen arrebatarle el liderazgo mundial que ha ostentado las últimas décadas.

 

[1] Mackinder, Halford J., “The Geographical Pivot of History” en Geographical Journal Vol. 23, Nº 4, 1904, pp. 421-444

[2] Duguin, Alexander, “Los paradigmas del fin” en Nihil Obstat Nº 5, 2005, pp. 23-58

[3] James Carroll explica en su estudio sobre la historia del Pentágono cómo fue prefabricada ese relato que presentaba a la URSS como una amenaza inminente para la seguridad de EEUU, lo que realmente obedecía a intereses del complejo militar-industrial para justificar su existencia en el nuevo escenario de postguerra, cuando en realidad la URSS no disponía de la capacidad ni de la voluntad de amenazar a EEUU. Carroll, James, La casa de la guerra. El Pentágono es quien manda, Barcelona, Crítica, 2007

[4] Mackinder, Halford J., Democratic Ideals and Reality. A Study in the Politics of Reconstruction, Washington D. C., National Defense University Press, 1996, p. 106

[5] Spykman, Nicholas J., Estados Unidos frente al mundo, México, Fondo de Cultura Económica, 1944