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LAS ESCUELAS GEOPOLÍTICAS

Cuando hablamos de la geopolítica deberíamos más bien referirnos a las geopolíticas. No existe en sentido estricto una geopolítica, entendida como un cuerpo de ideas único, uniforme y establecido de manera definitiva. Por el contrario existen distintas corrientes y escuelas geopolíticas que, dentro de ese ámbito específico que es la geopolítica, ofrecen diferentes puntos de vista.

Existen diferentes formas de clasificar las múltiples escuelas o corrientes geopolíticas. La más obvia y también más habitual es aquella que las organiza en función del país. Esto es debido sobre todo a que, tal y como apunto Hans Weigert, “Existen tantas geopolíticas como sistemas estatales en conflicto, en lucha bajo condiciones geográficas que, por ejemplo, en el caso de potencias terrestres y potencias navales, son fundamentalmente distintas. Hay una Geopolitik alemana y una géopolitique francesa; hay geopolíticas distintas para Estados Unidos e Inglaterra”.[1] Aunque esto es cierto requiere una matización.

A lo largo de la historia ha habido diferentes geopolíticas en función del contexto sociopolítico en el que han surgido y se han desarrollado, y sobre todo según los intereses a los que han servido. Debido a esto han existido, y en algunos casos todavía existen, las geopolíticas que Weigert señala. Sin embargo, la influencia ejercida por otras disciplinas como la sociología, la antropología, la filosofía, etc., sobre la geopolítica ha contribuido a que las distintas geopolíticas no se definan exclusivamente en función de un patrón geográfico-político, pues han emergido distintas formas de entender la geopolítica a partir de posiciones disciplinares dispares que, a su vez, no están exentas de sus correspondientes implicaciones ideológicas y políticas. Así se explica que tengamos que hablar de geopolíticas y no de geopolítica en singular, lo que igualmente confirma lo dicho por Yves Lacoste de que “les états n’ont pas le monopole de la géopolitique”.[2]

Un punto de vista diferente, y más práctico que la distinción nacional, es aquel que ordena las diferentes escuelas o corrientes geopolíticas en función de dos ejes  diferentes. Por un lado según el carácter práctico o académico que tiene en cada caso la geopolítica. Y por otro lado en función del objeto de estudio en torno al que son centrados los análisis.[3] De este modo nos encontramos con cuatro grupos diferentes de escuelas geopolíticas. Entonces, nos encontramos ante la geopolítica neoclásica, la geopolítica subversiva, la geopolítica crítica y la no-geopolítica.

La geopolítica neoclásica hizo su aparición décadas después de la Segunda Guerra Mundial, en un momento en el que la geopolítica comenzó a resurgir. Estuvo ligada desde el principio a los estudios estratégicos, razón por la que mantuvo una estrecha relación con la geoestratégica. Por esta razón su atención recae en el valor estratégico de determinadas características de los territorios que hacen que desempeñen un papel importante en las relaciones internacionales. Como consecuencia de esto esta escuela geopolítica hace especial énfasis en los efectos de la geografía y las características del medio geográfico en la política exterior del Estado y en sus relaciones con otros países. Su principal diferencia con respecto a la geopolítica anterior a la Segunda Guerra Mundial es que no concibe al Estado como un organismo, sino como una caja negra en la que son tomadas las decisiones según el interés y la seguridad nacional. A esto cabe unir su clara y tajante distinción entre la esfera internacional y la doméstica. Se trata de un enfoque geopolítico que de un modo indirecto suele estar presente en los análisis realistas de la política internacional.[4]

La geopolítica subversiva o radical se caracteriza por haber llevado a cabo una politización de este campo de conocimiento. Su principal aportación fue constatar y explicar que la geografía constituye un saber estratégico y político, y que es por esto que históricamente el conocimiento geográfico ha servido como un instrumento de dominación de los Estados y de los poderosos, además de una herramienta para preparar y hacer la guerra. Se trata de una geopolítica que es fundamentalmente francesa, y que su nacimiento y desarrollo se produjo en la década de 1960 en torno a la revista Hérodote y la figura de Yves Lacoste.[5] De hecho, 1968 fue el momento en el que esta geopolítica eclosionó bajo la influencia del marxismo, y más concretamente del maoísmo. Cabe destacar que otra de sus principales aportaciones, además de la reconceptualización de la geografía y, por extensión, también de la geopolítica, es que los autores de esta escuela buscaron inspiración en otros campos de conocimiento como la ciencia política, la sociología radical, la economía, la antropología, etc.

La no-geopolítica, en su condición de una suerte de geografía de la política, La principal característica de esta escuela es que responde al intento de una serie de autores de hacer de la geopolítica una disciplina neutral, y por tanto despolitizada. Los autores que se encuadran en esta no-geopolítica se oponen, entonces, al abuso que ha sufrido el conocimiento geopolítico y aspiran a construir una geografía científica y neutral de las relaciones internacionales. Su origen data de finales de la década de 1970 y principios de la de 1980. Además de esto, no-geopolítica centra sus análisis en el estudio de la distribución espacial de poder entre Estados, fundamentalmente entre las principales potencias y los actores supranacionales. También cabe apuntar su particular interés por los estudios de la paz, lo que hace que pueda ser considerada una geopolítica para la paz en oposición a los estudios estratégicos orientados, por el contrario, a cuestiones de seguridad y defensa. En cualquier caso es importante matizar que tanto la geopolítica neoclásica y la no-geopolítica centran su atención en cuestiones estratégicas, pero difieren en su punto de vista de partida. Por otra parte, las aspiraciones de objetividad y cientificidad en los análisis geopolíticos ha sido el origen de estudios monográficos de carácter descriptivo centrado en conflictos, unido a una pobre aportación en el plano teórico.[6]

En cuanto a la geopolítica crítica, que surgió en la década de 1980, cabe decir en primer lugar que no es homogénea ni monolítica. Por el contrario nos vemos obligados a hablar de diferentes geopolíticas críticas. Su rasgo común es su actitud crítica en relación a la geopolítica del pasado, y más concretamente a la geopolítica tradicional. También se distingue por explicitar el carácter político de este ámbito de conocimiento, además de manifestar en muchos casos una clara influencia de la sociología constructivista y de la filosofía postmoderna, lo que le ha conferido un cariz marcadamente reflectivista. No sólo ha llevado a cabo un cuestionamiento de los fundamentos de la geopolítica, sino también de su propio objeto de estudio, a lo que cabe sumar la introducción de una epistemología postpositivista que cuestiona los viejos postulados cientificistas que históricamente han definido el modo de acceder al conocimiento. Pero, como decimos, la geopolítica crítica abarca muchas geopolíticas como la geopolítica ecológica, la geopolítica feminista, la geopolítica postcolonial, etc.[7] En cualquier caso la geopolítica crítica suele ser identificada con sus iniciadores, esto es, con autores como Tuathail, Dalby, Agnew, Corbridge o Dodds entre otros. Y la que quizá sea la principal aportación de esta corriente es la conceptualización de la geopolítica en términos discursivos, lo que parte de una ontología idealista que considera que lo importante son las ideas que se tienen acerca de cómo es concebido el espacio, y por tanto representado.[8]

Junto a estos cuatro grandes grupos diferentes de corrientes geopolíticas a las que se refirió Mamadouh habría que sumar la geopolítica marxista. Con este término nos referimos a aquellos geógrafos y expertos que, desde posiciones ideológicas marxistas, desarrollaron una geopolítica que centró la atención en la dinámica del sistema capitalista y de la economía mundial, con todas sus ramificaciones geográficas y sus consecuentes efectos en el terreno geopolítico e internacional.

La geopolítica marxista fue el resultado de una serie de cambios en el modo de entender la geografía en la década de 1970, lo que condujo a buscar una nueva geografía capaz de abordar de un modo eficaz los problemas del mundo, lo que exigía un enfoque completamente innovador. Esto fue lo que condujo a esta nueva generación de geógrafos a centrar su atención en la cuestión nuclear, la creciente desigualdad social, la explotación sin cortapisas de los recursos finitos del planeta, o la destrucción del ecosistema. Todo esto coincidió con una revalorización del marxismo en un claro intento de dotarle de una perspectiva espacial de la que carecía. Un claro ejemplo de esto es el del geógrafo británico David Harvey, quien trato de combinar la teoría revolucionaria con el nuevo enfoque de la geografía radical surgido en las décadas de 1960 y 1970. Se trata, entonces, de entender la interacción dialéctica entre el proceso social y el espacio geográfico para ofrecer opciones reales para el futuro de los propios procesos sociales.[9]

Pese a que el marxismo en su origen careció de una perspectiva geopolítica a la hora de abordar el estudio del desarrollo de las contradicciones internas del capitalismo, y de la transformación histórica de los fenómenos sociales ligados a este sistema político-económico, los estudios en torno al imperialismo, la formación de una economía-mundo, las luchas entre potencias, etc., fueron una puerta para que diferentes autores marxistas, como Immanuel Wallerstein, para brindar una dimensión geopolítica a los análisis específicamente marxistas. Sin embargo, nada de esto ha impedido a los geógrafos marxistas reconocer que el pensamiento de Marx es excesivamente histórico al haber dejado de lado la influencia de los factores geográficos. Entre estos autores encontramos a Massimo Quani, Claude Raffestin, Henri Lefebvre, Peter Taylor, Jean-Bernard Racine, etc.

Por último, y no menos importante, se encuentra la tan denostada geopolítica tradicional o clásica. Las razones de las innumerables críticas a las que ha sido sometida serían muy prolijas como para exponerlas en tan breve espacio como este, pero cabe decir que, en líneas generales, esta es identificada con la geopolítica previa a la Segunda Guerra Mundial. En algunos casos las referencias a ella es sencillamente a su versión alemana, a la denominada Geopolitik, y sobre todo a su vinculación con los proyectos expansionistas e imperialistas de Alemania. Esto habitualmente es unido al geodeterminismo con el que es asociada, a lo que cabe sumar a la política de poder que llegó a propugnar en las relaciones internacionales. Sin embargo, es interesante apuntar que la geopolítica clásica no debe circunscribirse únicamente a Alemania, pues hubo expresiones de este tipo de geopolítica en diferentes países como EEUU, Francia, Reino Unido, etc. A pesar de sus innumerables defectos, y su posterior declive, hizo importantes aportaciones en la formación e incipiente desarrollo de la geopolítica que, después de la Segunda Guerra Mundial, permitieron que esta fuera retomada y puesta al día para ofrecer un enfoque diferente a los problemas contemporáneos de la política internacional.

 

[1] Weigert, Hans W., Geopolítica. Generales y geógrafos, México, Fondo de Cultura Económica, 1943, p. 33

[2] Lacoste, Yves (dir.), Géopolitiques des régions françaises, París, Fayard, 1986, Vol. 1, p. xiii

[3] Esta clasificación fue esbozada en Mamadouh, Virginie D., “Geopolitics in the nineties: one flag, many meanings” en GeoJournal Vol. 46, Nº 4, 1998, pp. 237-253

[4] Los autores de esta corriente son innumerables, entre ellos podemos encontrar a Colin S. Gray, Robert Walters, Lawrence Friedman, Daniel Deudney, David Pepper, Alan Jenkins, etc.

[5] Lacoste, Yves, La geografía: un arma para la guerra, Barcelona, Anagrama, 1977

[6] Entre la gran cantidad de autores que cabría incluir dentro de escuela cabe destacar, entre otros, a John O’Loughlin, Henning Heske, Colin H. Williams, Graham E. Fuller, Jan Nijman, etc.

[7] Los autores de cada una de estas corrientes son innumerables, con lo que únicamente cabe mencionar algunos de ellos. En la geopolítica ecologista, o geopolítica verde, están Miriam Lowi, Mohamed O. Suliman, Braden R. Allenby, Richard Grove, etc. En la geopolítica feminista encontramos a Carolyn Gallaher, Allison Mountz, Doreen Massey, etc. En la geopolítica postcolonial tenemos a Anthony King, James Sidaway, Matt Sparke, Jane Jacobs, Mary Gilmartin, etc.

[8] Ó Tuathail, Gearóid, “Postmodern Geopolitics? The Modern Geopolitical Imagination and Beyond” en Ó Tuathail, Gearóid y Simon Dalby (eds.), Rethinking Geopolitics, Londres, Routledge, 1998, pp. 16-38. Dalby, Simon, “Critical Geopolitics” en O’Loughlin, John (ed.), Dictionary of Geopolitics, Westport, Greenwood Press, 1994, pp. 56-58

[9] Harvey, David, “The Geography of Capitalist Accumulation: A Reconstruction of the Marxian Theory” en Peet, Richard (ed.), Radical Geography, Londres, Methuen, 1977, pp. 263-292. Ídem, The Limits to Capital, Chicago, University of Chicago Press, 1982