Seleccionar página

¿POR QUÉ LA GEOPOLÍTICA ES IMPORTANTE?

 

Los avances tecnológicos han contribuido decisivamente a romper muchas de las viejas limitaciones del espacio-tiempo, gracias sobre todo a la creciente rapidez del transporte y a unas comunicaciones cada vez más inmediatas. El nuevo contexto generado por la tecnología ha facilitado la proliferación de representaciones de la realidad que sugieren, e incluso afirman, que la geografía ya no importa, pues todo está conectado con todo, y gracias a los avances en el transporte es irrelevante el lugar en el que se encuentre algo o alguien. Colateralmente esto ha contribuido a generar cierto escepticismo en torno a la importancia de la geopolítica, pues al fin y al cabo qué sentido tiene hablar de un mundo globalizado, donde las transacciones, el flujo de personas y de información han alcanzado una escala mundial al desarrollarse, al menos aparentemente, sin restricciones geográficas de ningún tipo.

En este artículo vamos a tratar de poner de manifiesto que el medio geográfico sigue importando, que es un factor a tener en cuenta no sólo en las relaciones internacionales sino también, y sobre todo, en la vida cotidiana de las personas. Pero además de esto centraremos nuestra atención en la dimensión geográfica de los fenómenos políticos y de las relaciones que se desarrollan a partir de los mismos, pues entendemos que esto nos ayudará a comprender la importancia que, contra el pronóstico de muchos intelectuales defensores de los discursos de la globalización, todavía tiene la geopolítica para entender el mundo en el que vivimos.

En primer lugar es importante destacar que ser implica ser en alguna parte, y consecuentemente cualquier ser humano es en algún lugar. Por extensión esto mismo es aplicable a las sociedades y a los países. Las personas no podemos ser desvinculadas del lugar en el que nos encontramos. Y ser significa, también, vivir en alguna parte, lo que conlleva una relación con el medio geográfico que nos rodea. Esto es aplicable tanto a los individuos como a las sociedades humanas, y también a las especies animales, vegetales, etc. Aunque todo esto parece una obviedad no lo es a tenor de las exageraciones que han llegado a hacerse en relación al influjo de tecnologías como Internet, la telefonía móvil, etc., en la vida de las personas, hasta el extremo de plantear una supuesta anulación de la geografía. Pero los hechos concretos nos muestran una realidad en la que la geografía sigue estando muy presente, y con ella los fenómenos políticos que son desplegados sobre el espacio geográfico.

Y hablando de hechos tenemos que constatar que los acontecimientos siempre ocurren en alguna parte. Karl Schlögel, haciéndose eco de Friedrich Ratzel, afirmó lo siguiente: “Los sucesos “tienen lugar” en algún sitio. La historia tiene “escenarios”. Hablamos de “lugar de los hechos””.[1] El espacio geográfico es el escenario en el que se producen y desarrollan a lo largo de la historia los acontecimientos de la política internacional, pero al mismo tiempo influye sobre estos mismos acontecimientos. Este planteamiento pone de relieve que el ser humano no sólo es inseparable de la geografía, sino que además es preciso el estudio de las razones por las que unos determinados acontecimientos suceden en un lugar y no en otros, lo que nos conduce directamente a tomar en consideración la influencia de los factores geográficos.

El medio geográfico, entonces, es el escenario en el que se desarrolla la historia, donde se producen los acontecimientos que marcan la vida de individuos y sociedades. En este sentido constituye un importante condicionante, pues la geografía establece una serie de posibilidades de entre las que el ser humano elige aquella que, en función del contexto específico en el que se encuentre, cree que más le conviene. Todo esto se traduce, asimismo, en el modo en el que es organizado el espacio, lo que desarrolla un conjunto de relaciones de todo tipo que están íntimamente unidas a la geografía y a la influencia que ejercen los factores geográficos.

Lo anterior se manifiesta en múltiples niveles como puede ser, por ejemplo, la organización burocrática-administrativa de un Estado con la existencia de provincias, prefecturas, etc., en la organización de su territorio para gobernar a su población, o mismamente en la vida cotidiana de cualquier persona a la hora de hacer la compra al estar condicionada por el lugar en el que vive y la distancia que media entre su residencia y el establecimiento en el que realiza sus compras, así como por las diferentes rutas que existen entre ambas localizaciones, sin olvidar tampoco las distancias que existen entre el lugar en el que se producen los productos que consume y la tienda en la que son adquiridos, lo que afecta igualmente al precio final de los mismos, y al coste de la vida en la zona. E igualmente a nivel internacional la geografía sigue importando en la medida en que es el escenario en el que se despliegan las diferentes relaciones de poder que articulan este ámbito específico. La logística militar y todo lo que conlleva el traslado de tropas y material bélico son, también, una clara muestra de que la geografía no ha sufrido ninguna rebaja esencial de categoría, sino que sigue estando muy presente tanto en la esfera doméstica como en la internacional.[2] Además, la experiencia concreta nos demuestra que, tal y como ha podido comprobarse recientemente en Irak y Afganistán, es por medio de la presencia física de tropas sobre el terreno como puede ejercerse algún tipo de control sobre el territorio.[3]

Las relaciones de poder que articulan la sociedad están, entonces, influidas y condicionadas por los factores geográficos, debido a que la geografía es el escenario en el que estas se desenvuelven. Esto, como decimos, es aplicable a la esfera doméstica de los países, pero también a la esfera internacional donde nos encontramos con la existencia de un ámbito específico en el que también se desarrollan relaciones de poder que se reflejan en la manera en que es organizado el espacio geográfico internacional. En lo que a esto se refiere tenemos que tener en cuenta que el espacio terrestre se divide en diferentes unidades políticas territoriales que son los Estados y, a excepción de las aguas internacionales y de la Antártida a causa de su estatus especial, con sus correspondientes fronteras y jurisdicciones. Se trata, entonces, de unidades políticas cuyo poder lo proyectan sobre el espacio geográfico del cual dependen, lo que tiene, a su vez, su reflejo en el ámbito internacional debido a que el espacio terrestre es limitado, está distribuido de manera desigual y no todos los territorios tienen el mismo valor, lo que conlleva, asimismo, unas capacidades internas de las que se derivan unas relaciones de poder a nivel internacional. Así es como nos encontramos con centros de poder por un lado, y periferias políticas por otro.

La geopolítica se encarga de estudiar el despliegue de los fenómenos políticos en el espacio, y más concretamente el modo en el que las relaciones de poder se reflejan en la forma en que es organizado el espacio. Esto es válido tanto para estudiar los fenómenos políticos dentro de la esfera doméstica de las unidades políticas, como en el plano internacional. De esta manera la geopolítica brinda una perspectiva que aborda la influencia de los factores geográficos en el desarrollo de las políticas, tanto domésticas como internacionales, de las unidades políticas. Y aquí radica gran parte de su importancia, en la medida en que las unidades políticas que configuran el espacio terrestre tienen un carácter territorial, y las decisiones que son tomadas en sus respectivos centros políticos están condicionadas por el espacio geográfico en el que posteriormente son ejecutadas, pues al fin y a la postre sus intereses están configurados en gran medida por su propia geografía. Así es como conseguimos entender mejor las contradictorias relaciones entre actores políticos de la más diversa índole a diferentes niveles, pero sobre todo nos sirve para entender cómo son constituidos los intereses de estos actores y cómo son tomadas sus decisiones al verse afectadas por esa compleja relación que se da entre medio geográfico y política.

 

[1] Schlögel, Karl, En el espacio leemos el tiempo. Sobre historia de la civilización y geopolítica, Madrid, Siruela, 2007, p. 13

[2] Murray, Williamson, “Some Thoughts on War and Geography” en Journal of Strategic Studies Vol. 22, Nº 2, 1999, pp. 201-217

[3] Gray, Colin S., “The Continued Primacy of Geography” en Orbis Vol. 40, Nº 2, 1996, pp. 247-259